El lugar de trabajo, donde la población activa pasa la mayoría de las horas del día, puede ser un lugar de tortura para muchos, a la luz de los resultados del módulo sobre accidentes de trabajo y enfermedades profesionales de la Encuesta de Población Activa (EPA), correspondientes al 2007 y hecho públicos ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Y es que el 11% de las personas de 16 años o más, que han trabajado en el último año, han declarado haber sufrido violencia o amenaza de violencia en su trabajo, lo que se traduce en 556.900 personas. Las cifras -que exigen una lectura de género- se elevan siete décimas sobre la media, hasta el 11,7%, en el caso de las mujeres sometidas a este tipo de violencia laboral, mientras que de los hombres están medio punto por debajo, en el 10,5%. Los números mantienen su tinte alarmante cuando se habla de acoso o intimidación, ya que el 7,4% de los ocupados (375.100 personas) declararon estar sometidos a estos «factores adversos» para su «bienestar mental». De nuevo, en las mujeres, los porcentajes se disparan y se sitúan en el 9,4% de las trabajadoras y en el 6,1% de los varones
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